Primero creó Dios la sed, y luego el agua; creó el hambre, y más tarde el alimento; creó el sueño, luego el descanso. Se deleitó en su perversidad, con nuestras ataduras. Y, así, con inquina, nos hizo una hermosa jaula para luego crear la libertad; y creó la esperanza, cuya saciedad se olvidó de regalarnos.
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