Yo medio muerto, los ojos cementados en un sueño pesado, denso y caviloso. Ella de pie y removiendo la ropa, los olores vivos, el sudor en el aire. Que vuelen las bragas y el lápiz de labios, retócame por favor la raya del ojo, a qué esperas (¿por qué no me follas?). Yo caviloso y embalsamado como el más principal de los incas, ella vibrando y quemando como una lengüita de fuego. Pura vida puro instinto puro dolor en el otro. ¿Por qué no me follas? Yo, Yo, Yo. Removiendo las ansias y todos los estados del alma. Removiendo las sonrisas y los ojos cansados. Yo odiándome por dentro, desapareciendo más, y más. ¿Por qué no me follas? Ella de pie. Que vuelen las bragas y etcétera, eccetera and so on. Yo desapareciendo en líneas y esencias como un torito de Picasso. Embalsamado y cegado por el brillo. Tapiados los párpados por el grito de la vida pura.
Mujer desnuda acostada, piernas separadas, Egon Schiele |
Asistir al teatro con los ojos vendados y padecer la tentación de poder entender, de poder descifrar. Sentir en los labios otros labios, otra lengua, y cuando crees que lo entiendes se apartan y padeces entonces la tentación de poder entender. El potencial. El calor en el cuello, la presión en el pecho. El padecimiento de las bocas y las lenguas vendadas. El desciframiento retráctil que tanto duele y que tanto atrae. La tentación de ser y no ser al mismo tiempo. Cuando el tiempo lo marcan dos lenguas vendadas.
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