"El progreso de un artista es un continuo autosacrificio, una continua extinción de la personalidad". T. S. Eliot

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Y como son los magos que solo son que solo son que solo son los magos ilusiones de humo blanco


sábado, 1 de diciembre de 2012

Lamentos de una bala


Odio estos juegos, estas apuestas; las sinrazones hastiadas. Odio la indiferencia que abruma a los de mi casta. Pasamos el tiempo gastándonos bromas absurdas, hablando del trabajo y disfrazando con chistes las miserias de esta vida que en realidad nos angustian. Criticamos a nuestras mujeres, a nuestros jefes, con un tono jocoso que vela el verdadero asco. Todo es frivolidad, todo son timbas y alcohol, y pasar el tiempo gris alrededor de una mesa sin creer de verdad que algo pueda cambiar. Conversamos de todo sin saber de nada. Nos quejamos, nos lamemos las heridas en grupo como perros viejos, con una baraja y un par de botellas, con unos dados y algo de fumar. Odio esta mierda y, sin embargo, me quejo como todos los días alrededor de una mesa. Sin actuar, esperando a que un día me toque a mí entrar en la recámara, solo, escuchar a mis espaldas las risitas cómplices y humillantes, los murmullos que bromean sin misericordia, sentir en la nuca el sudor frío mientras ellos se divierten viéndome temblar. La vibración suave del percutor tensándose. Pensaré entonces si cuando el tambor deje de girar seré yo quien oiga el pitido ensordecedor, quien destroce el cráneo de algún infeliz cuya vida carezca de sentido y sólo pierda su tiempo blasfemando y bebiendo y apostando alrededor de una mesa, sin creer de verdad que algo pueda cambiar.  

martes, 13 de noviembre de 2012

domingo, 21 de octubre de 2012

Hermoso muñequito de papel, de cola y agua, de palidez bien pura. Dulce germen de lo que debe ser, tan húmedo, tan fresco. Manecitas tiernas y cintura endeble. Mente recién hecha que rezuma cola, y agua y agua y agua... y que el tiempo, con papeles superpuestos y pinceladas correosas que estriarán tu piel, te congelará en la solidez de la caída, tomando cuerpo en ti lo que debió ser, con su peso lastrado eternamente hacia lo más profundo.

sábado, 20 de octubre de 2012

Yo medio muerto, los ojos cementados en un sueño pesado, denso y caviloso. Ella de pie y removiendo la ropa, los olores vivos, el sudor en el aire. Que vuelen las bragas y el lápiz de labios, retócame por favor la raya del ojo, a qué esperas (¿por qué no me follas?). Yo caviloso y embalsamado como el más principal de los incas, ella vibrando y quemando como una lengüita de fuego. Pura vida puro instinto puro dolor en el otro. ¿Por qué no me follas? Yo, Yo, Yo. Removiendo las ansias y todos los estados del alma. Removiendo las sonrisas y los ojos cansados. Yo odiándome por dentro, desapareciendo más, y más. ¿Por qué no me follas? Ella de pie. Que vuelen las bragas y etcétera, eccetera and so on. Yo desapareciendo en líneas y esencias como un torito de Picasso. Embalsamado y cegado por el brillo. Tapiados los párpados por el grito de la vida pura.

Mujer desnuda acostada, piernas separadas, Egon Schiele

Asistir al teatro con los ojos vendados y padecer la tentación de poder entender, de poder descifrar. Sentir en los labios otros labios, otra lengua, y cuando crees que lo entiendes se apartan y padeces entonces la tentación de poder entender. El potencial. El calor en el cuello, la presión en el pecho. El padecimiento de las bocas y las lenguas vendadas. El desciframiento retráctil que tanto duele y que tanto atrae. La tentación de ser y no ser al mismo tiempo. Cuando el tiempo lo marcan dos lenguas vendadas.


Amantes, Egon Schiele




martes, 16 de octubre de 2012

Il dito che non può più muoversi è la morte.

La lingua che non può più muoversi è la morte.

La palpebra che non può più muoversi è la morte.

miércoles, 3 de octubre de 2012

La envidia


Sonaron tres golpecitos secos, toc, toc, toc. Pero no se vio nada. De nuevo un toc, y otro toc, y un tercero. El vidrio vacío y frío, y sólo la fachada de un edificio al otro lado de la calle. Y Kierkegaard. Luego la ironía y sus mecanismos, luego algo más y un poco más. Tres toc, y nada en la ventana. Las palabras graves y las hojas marchitas con nervaduras de tinta, hojas de árbol muerto. Se pasan los folios como se pasa todo, sin gritar apenas. Como esos golpecitos secos largamente inadvertidos. Como ese toc y la ventana vacía. Donde debía de haber algo, un cuerpo extraño, fuese cual fuese, sólo estaba la fachada de enfrente, la cuadrícula gris tras la malla metálica de una escalera de incendios. Así Wittgenstein y Kafka, como el guardagujas de Arreola, tan irónico. Como lo monstruoso irrumpiendo en la realidad para ser excluido y que la vida siga, encerrado en un cuarto angosto con una manzana incrustada en el caparazón, pudriéndose la manzanita de incomprensión e impotencia. Sonaron de nuevo los toc y vi por fin la figura del llamador, su cuello bravo de toro, de torito pequeño, emplumado en verde mosca y gris plomo y blanco arrogancia. Esa cara de pichón erudito al que le faltasen unos quevedos. Ese ansia por entrar, por atravesar el vidrio e ironizar insieme a noi. Esa noble suciedad de calle que fue también escuela. La paloma que ya no hace toc y que ahora se inclina agudamente sobre el vidrio, tratando de escuchar. De Sartre. De Nietzsche. De los folios roncos que se doblan sobre las carpetas sin oír palabra, ni ironía. Con golpecitos secos quería nuestra paloma vivir la vida, dejar de observar llanamente y vivir con cara de Heidegger o de libro de Heidegger o de pensamiento. Con o sin quevedos. Con o sin sueños, con o sin discursos. Quisiera nuestro pichón ser la mujer que llora la agonía de su marido, y no el pintor que por casualidad visita la escena, apoyado en la puerta, los ojos en coulisse. Quisiera nuestra paloma dejar de limar su piquito contra el vidrio transparente, asignarse también un pupitre, una ilusión y algunos bostezos. Quisiera un birrete y abandonar la mala vida, los paseos errantes, los vuelos torpes y violentos, las heces amargas, las agujillas juntas y apretadas sobre la cabeza del santo. O del Padre, o del Hijo. Convergen en la paloma las esferas de la objetividad, de la subjetividad y de la intersubjetividad. También quisiera filosofar la paloma. Pero la voz grave canta al otro lado del vidrio -Yellow dog blues, o no-, los niños duermen emborronando las nervaduras, sin ironía, y la paloma, ávida de unos quevedos y de un birrete, de una vida mejor y más viva, vuelve a hacer toc, toc, toc. Sin ironía.

Lou Stoumen: At the Studio Window, New York City, 1940



martes, 2 de octubre de 2012

Adán el Débil

Primero creó Dios la sed, y luego el agua; creó el hambre, y más tarde el alimento; creó el sueño, luego el descanso. Se deleitó en su perversidad, con nuestras ataduras. Y, así, con inquina, nos hizo una hermosa jaula para luego crear la libertad; y creó la esperanza, cuya saciedad se olvidó de regalarnos. 


viernes, 28 de septiembre de 2012

La brevedad intensa del artista puro

"Ser artista es no tomar en serio al hombre tan serio que somos cuando no somos artistas"
La deshumanización del arte
José Ortega y Gasset

El artista puro sería aquél que logra aislarse y replegarse sobre sí mismo, sobre su yo poético. Aquél que logra anular y rehuir la realidad externa, las necesidades vulgares y primitivas, biológicas y sociales, que interfieren injustamente en su arte. El artista puro es quien se ríe del hombre serio que también es, con sus obligaciones y sus laberínticas ataduras. El artista puro es absolutamente libre, no vive atado a una cuchara, no le incomodan la falta de leche en la nevera ni las facturas amontonadas en el cajón de su escritorio (porque no tiene escritorio, no lo necesita).
   Existe el artista puro en la forma efímera del desligado -radicalmente desarraigado. Puede existir el artista puro, quizá tres, cinco semanas, antes de que su conciencia creativa y su libertado yo poético se desvanezcan en la borrosa flojera de la inanición. Revolcándose en la utópica inmortalidad de la mariposa.
   

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Bibliografía recomendada


VILA, JOSÉ: MOCEDADES Y NECEDADES DE JAVIER MENDETA, Madrid, Editorial Chimeneas Áureas, Edición y prólogo de Marco Otálora, 2004.






Fuera de catálogo. In aeternum.


sábado, 1 de septiembre de 2012

Circo XXI

Los que van a vivir te saludan. Porque no podrás con ellos, Dios helado, que pendes de tu castillo con el abdomen de una abeja hinchada, con tus patas resquebrajadas soportando ese cuerpo de peonza vieja, apolillada, con tu fe de broker y tu nobleza venida a menos. No podrás con ellos desde tan lejos, desde la Nada. No tendrás voz, Dios helado, sobre aquellos sordos que sólo leen tu pasado: viejas fábulas que ya no significan porque nadie quiere leer un final aciago. No podrás con ellos porque no suenas en la radio y tu señal no llega a las nuevas almas, ésas vacías que no pueden ser ni dianas de tus antiguos miedos. No podrás con ellos, que van a vivir, y te saludan.

Adiós silencio. A Dios silencio.

miércoles, 29 de agosto de 2012

"Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad".
La Náusea, Jean Paul Sartre

Demasiados libros. Demasiadas lenguas. Demasiada gente. Demasiados lugares. Demasiados secretos. Poca vida y demasiada vida. Poco tiempo. Demasiadas letras y pocos ojos. Demasiados ojos y pocos verdes. 

martes, 28 de agosto de 2012

La tibieza

Una parte de mi ve pasar, difuminadas, anchas lenguas de tierra que corren a ambos lados de la carretera, mientras el ruido del motor queda amortiguado por la espesura del calor amarillo.  La otra parte de mi -la parte sucia o la más limpia, quién sabe, según el ojo del que mira y el concepto  más felino de la higiene- contempla tu piel que ha nacido para ser lamida. Hay campos de calor ahí fuera; como un mar amarillento cuyas olas rompiesen contra el tronco de una encina vencida, aislada. Y tu piel que siempre es blanca, que apenas conoce el sol, está tostada. Te estoy oliendo con los ojos y huele a miel y a humo, una dulzura que raspa y que quema. El vestido negro, elástico y vulgar, marca la caída de tus hombros de formas suaves. Son los tirantes finos y el escote bajo, apuntado. La tela se relaja sobre los pechos medianos y redondos, dejando desnudos los límites del sol: dos medias lunas blancas pálidas brillantes. La porción de unos senos que todavía evoca la pureza del cuerpo primitivo.
   La falda del vestido se arruga entre tus nalgas llenas, apretadas, y la tela áspera del asiento; unos pliegues inconscientemente remangados en la parte alta de los muslos, no muy juntos, ligeramente separadas las piernas, casi desnudas. El volumen de la carne marcado por la luz del sol que se curva, se vierte hacia el interior. El ámbar claro de la piel, el vello rubio que desaparece sobre las rodillas. La tibieza. Mi mano suelta el volante y se posa sobre una pierna, el interior de tu muslo, los dedos que aprietan y se hunden en la tibieza. La tibieza de todo.
   Veo media cascada castaña sobre tu espalda, hermosos cabellos ondulados húmedos de sudor. El ojo verdoso y el lacrimal rosado. La piel blanca del rostro que aún resiste. La nariz recta y afilada. Los pómulos firmes que me miran. El perfil de tu boca entreabierta y roja, de saliva y carne, el dibujo inclinado de tus labios. El cuello largo y claro, la cintura muy estrecha y el vestido muy negro. De nuevo los muslos y el vello rubio. De nuevo tu piel que ha nacido para ser lamida. La tibieza de todo...


jueves, 28 de junio de 2012

domingo, 24 de junio de 2012

Simbiosis

Un alfabeto distinto al de la melancolía [enséñame]. Un sol de barro y agua para que lo tengas todo [te enseñaré]. Que me arañen las gotas de sudor [no dejes], refugio [dame]. La sal y el aire y la calma que necesitas [te daré]. A ser una parte, el suspiro después del miedo, el silencio después del ruido [enséñame]. Para que no vivas como una flor jamás cultivada [              ].

viernes, 22 de junio de 2012

Es

El tiempo es un circo.
El tiempo es una sensación.
Es tiempo es.
El tiempo es un bucle.
Y un hilo.
El tiempo es un libro.
Un libro es muchos tiempos.
El tiempo no es.
El tiempo es un camino con un pozo profundo.
El tiempo es Tú.
El tiempo es el miedo a que no sea.
El tiempo es el miedo a las agujas.
Y al reloj.
El tiempo es las olas y la paradoja.
El tiempo es un mordisco.
Y el labio.
El tiempo es los surcos.
Y un circo.
El tiempo es un detalle.
El tiempo es un lunar.
El tiempo es un paso.
Y otro.
El tiempo es yo.
Y otro.
El tiempo es.

Mi vida es.

martes, 19 de junio de 2012

Triste Commedia


Sabed, verdugos negros, que sin poder yo evitarlo lo despojasteis de una vida llena. Cincelasteis su corazón en vida, cerrando un cerco sobre su derecho más humano. No pude evitar, aún salvando la materia más vil, aún anclando a esta miseria su distancia, la impotencia insalvable de ver un cuerpo que flota, mar adentro, tan lejos y tan cerca. Por la Cruz en las calles hundisteis a mi único dueño. No habrá Paraíso ni Purgatorio para vosotros, que propiciasteis la consumación de una muerte ganada ante la perdida del poder. No habrá lástima para aquellos que, muerto en vida, lo remataron con su desidia de regreso a Rávena. No habrá luces para los perros negros que callaron mi amor con una lejana, silenciosa, humillante despedida. Lamentad con los siglos su ida, onorate l'altissimo poeta.


(2010)
La voragine infernale, Sandro Botticelli

sábado, 16 de junio de 2012

Evviva la poesia dell'addio!


Evviva la poesia dell'addio!

Que cierra en un puño la mirada y entre vastos montones de leña prende fuego a lo que fue. Que encadena los sinsabores de una vida en una caja de Pandora ya cerrada para siempre -vuelven los males a casa y ahora es sereno el mar que antes temblaba-. Se contraen rencores y sonrisas en el origen de los orígenes que llamamos polvo. Cada grano de arena de los que antes nos hicieron playa se esparce por los aires y es barro con el mar. Que las brisas respiradas poco cuentan, y los vientos fuertes se comprimen en un soplo, un soplo tranquilo en forma de hilo que se va para no volver. Nos ata esta fibra del último suspiro las muñecas y los tobillos, las esperanzas y los dolores, el sudor que ahora ya es frío. La meta de los vividores.

sábado, 9 de junio de 2012

Tus manos de muñeca

Tus manos de muñeca perdiéndose dentro de mis ojos, hurgando a tientas en un vacío que llenas tú con tus deditos tiernos que se mueven y buscan y encuentran o no encuentran porque no había nada, y digo había y digo nada porque lo que hay lo pusiste tú. Llenas lentamente el hueco de mí con tus manos cálidas, empezando con las yemas claras y rosadas, terminando con un todo, una zambullida, una inmersión, un perderse de cabeza en un cuerpo ajeno, en un alma que no estaba. De las manos al todo y me construyes, removiendo el aire, drenando mi soledad estancada y llenándome de vuelos azarosos que siempre serán tuyos.


martes, 29 de mayo de 2012

Flotando en aguas muertas

No es un tópico que el alma del artista es un alma sufriente. Es un corazón hueco relleno con el serrín de la incertidumbre. La creación desgarra. Es la inquietud de no saber por qué se crea, la inquietud de no saber para qué se crea, la inquietud de no crear y pensar ese vacío como inquietud o serenidad. Cuál es la necesidad, cuál la inquietud, cuál la incertidumbre. Del artista que no es tópico sino sufriente.


lunes, 28 de mayo de 2012

La ragazza indicibile


Un espectáculo breve: La ragazza indicibile -La chica indecible, innombrable, acaso indescriptible-, una obra contemporánea que buscaba representar el mito de Perséfone, Koré, «que es la vida en tanto que no se deja decir». Una mezcla de teatro y danza, movimientos arrítmicos que quizá en su momento no supe apreciar. Una protagonista escuálida que convulsionaba su figura entre cortinajes de tiras blancas, fuertemente iluminadas, y un conjunto de nueve negras que sólo sirvieron para hacernos ver que aquello estaba terminando. Saludaron las espectatrices -que para mí son quienes se ocupan de un espectáculo «moderno» y difícil de clasificar-, y se cerró el telón tras aquellos cuarenta y cinco minutos escasos de posmodernidad cuasi pornográfica, seudointelectual y algo sicodélica. Pensé solamente en la espectatriz protagonista: la peluca espesa y rubia, el vestido blanco, la luz blanca, la delgadez extrema, la desnudez extrema, [se apaga la luz], [se enciende la luz], el vestido rojo, el cuello alto, las mangas al codo, los ojos grises, [se apaga la luz], [se enciende la luz], las bragas grises, la piel blanca, las costillas claras, los pechos pequeños, las rodillas rosas, las rodillas duelen. Y sus rodillas eran rosas por los golpes contra la tarima del escenario, por ese arrastrarse compulsivo y lunático con que pretendía simbolizar el descenso a los abismos, el matrimonio odiado, la separación de la madre, la chica inclasificable -né figlia, né madre, né vergine, susurraba una voz en off siseando las eses del italiano y conjurando misterios en griego-. Ya en el recibidor del teatro pensé en ella y me paré en seco, di media vuelta y entré silencioso en los camerinos, encontré el suyo -supe cuál era porque no tenía cartel. La chica indecible- y llamé con golpes inseguros. Me abrió con demasiada confianza, envuelta en una toalla, quizá esperando a otra persona. No nos dijimos nada y entré, clavó sus ojos grises en mi nuca mientras me internaba en su intimidad como un soplo de aire, me giré para mirarla y partí sus labios con un dedo silenciador. Lo entendió todo y dejó caer la toalla, brillando la claridad de sus costillas a través de la piel, bajo las bombillas blancas del tocador. Sus pechos eran tan diminutos como en escena, apenas erguidos por el frío -quizá los nervios. La atraje bruscamente y sentí los músculos de su espalda, los nervios de la danza en las dos columnas férreas de sus lumbares, la besé con violencia y sentí en mi pecho el roce de los pezones de quien de verdad era: Koré, diosa del inframundo. Hicimos el amor sin amor ni teatro, sólo el tocador y sus piernas blancas y flacas sobre mis hombros. No dijo ni una palabra y pensé que sería todo silencio hasta que la escuché gemir. Un gemido abismal, como gimen las diosas de piel y huesos y poca carne. Los ojos grises. Terminé con ella y le mordí los labios, la miré a los ojos y cerré por fuera. Pero ésto sólo lo pensé, y luego me dolió el tan solo haberlo pensado. En realidad salí sin entender nada, pero satisfecho porque aquel espectáculo extraño me había hecho pensar, obligándome a sacar mi cuaderno cuando la música fuerte atenuaba el ruido y la luz blanca me dejaba tomar apuntes. Salí del teatro y nevaba. Caminé sin cubrirme para ver los copos al trasluz de las farolas, una nieve muy fina que se dejaba arrastrar por el viento, nieve arremolinada, pareciendo que en vez de caer subía. Y llegué a casa después de mil rodeos, el borde de los párpados encarnado por el frío y los labios amargos por no haber entendido, por no haberme atrevido a buscar esa puerta sin cartel, ese cuerpo indecible.


Firenze, febbraio 2012

Fotografía de Ludmila Foblova

sábado, 26 de mayo de 2012

¿Por qué me has crucificado tan alto,
tanto que para besarme tienes que subir una escalera larga y temblorosa?

¿Por qué me has crucificado tan alto,
donde tus miradas no llegan y desde donde mi sangre jamás tocará el suelo?

jueves, 17 de mayo de 2012

... que no huyes

Pobre insomne que no huyes, que no gozas la pequeña muerte. No hay altos en tu camino para hacerte renacer. Soportas la oxidación continua sin que la oscuridad te calme, sin que la oscuridad te ame, sin que la oscuridad te arme y te devuelva al mundo para morder lo que dejaste a medio. Pobre insomne que no digieres y no vuelves a tener nunca más hambre. Pobre insomne que dejaste de palpitar con fuerza porque, como el vacío sin oxígeno, tu alma sin descanso no roba minutos al tiempo que no espera. Tiempo amontonado en el interior de tus párpados abiertos, encarnados, fatigados por el camino eternamente recto.


martes, 15 de mayo de 2012


Querría que fueses un gran libro, que también pudieses leerte para alzar luego la vista y preguntar qué es esto. Querría que te vieses dentro, dentro de ti que soy yo, o busco serlo. Que dudes siempre de este suelo endeble que no nos sostiene. No sé si algún día romperé la cáscara y entrará en ti un poco de luz. Nada artificial, sólo luz. O si los ojos que miran desde las pupilas en donde me veo quedarán ciegos para que yo jamás los alcance. Ni los agarre ni los suspire ni diga nada. Ya nada. Querría que atravesases el muro con mi ayuda. Salta o vuela. Aterriza o explota como un insecto que revienta sin darse cuenta de que estuvo vivo.

jueves, 10 de mayo de 2012

Un acto sencillo y humano

A Javier Mendieta, por su disertación ludópata

Desgarrar un corazón es siempre un acto sencillo. Ya sea en la base o en la parte superior del mismo, se marca una cruz cortante que apenas rasgue los recuerdos, utilizando un rencor afilado o un silencio preciso. Se despliegan las cuatro esquinas de ternura para despegarlas del resto, usamos una ausencia bien limpia o una pasión ya fría, y tiramos lentamente, con delicadeza. Sentimos la resistencia que algún buen recuerdo nos opone, algo compartido que con insistencia también se desgarra. Desnudamos el corazón y queda una fruta palpitante que desconocíamos, una flor abierta y limpia. Un acto sencillo y humano que nos ayuda a conocernos, que nos revela lo que ya sabíamos. Que vuelve sangre lo que ya era sangre.

miércoles, 9 de mayo de 2012

El suelo es de una madera cobriza, y el cielo es de una madera cobriza. ¿De qué color será lo que hay en medio?




"Deben tener alma los que la sienten dentro de sí bullir y reclamar"
La amortajada, Mª Luisa Bombal


Desde esta mesa, apoyado en la baranda de hierro que da forma al balconcito -a mi derecha la fotografía negra-, veo la calle. Un cartel blanco adherido a la cristalera anula una parte de mi acera (es mio lo que veo) y me deja sólo cuerpos. Cuerpos bien y mal vestidos que pasean sin cabeza, que tiran algo a la basura, que esperan al autobús o a Dios, que encadenan o desencadenan su bicicleta. Que no me ven porque no tienen identidad ni alma que bulla -nada que reclamar, al fin-. Siento el aliento de los libros a mi espalda y el café  que me susurra: son sólo cuerpos, bien y mal vestidos.

domingo, 6 de mayo de 2012

La campana de vidrio o la zarza de azúcar. El charco océano en el que no se nada, sólo se hunde y se desconoce. La parola che manca nel testo. L'inchiostro rosso mai visto, lo spazio senza dire nulla.

*

Me acuesto en este colchón de fuego sobre el suelo de acero. Agarro el sueño por la punta y lo secuestro. Te necesito, le digo, serás tú la morfina que tape este agujero.

domingo, 29 de abril de 2012

El niño que pintó su propia vida


Me encontré a un niño que pintaba en una habitación pequeña con forma de esfera cerrada. En una mano llevaba una paleta con machas de colores grandes como cubos, y en la otra un pincel fino que dibujaba trazos de un grosor imposible. El niño deslizaba su bracito con dejadez y pintaba en la pared líneas continuas e infinitas, sin alzar nunca el pincel. Recorría con pintura aquella cúpula integral y diminuta, esa habitación de perspectivas circulares que en principio era negra y que poco a poco, progresivamente y sin descanso, se iba tiñendo de colores alegres y diferentes, tonalidades que variaban extrañamente sin que las cerdas dejasen de acariciar el yeso. Hubo un clímax de colores entrelazados que convivieron un soplo de tiempo con la tiniebla. Vi aquel espacio desde dentro y desde dentro lo vi por fuera, lo pensé como un huevo totalmente esférico o una canica grande que alguna vez encerré en mi puño. Fui consciente de que no había puertas. Vi que el niño se hacía viejo y supe que de algo joven puede nacer algo muy antiguo. Los trazos de colores se enmarañaron y se anudaron entre sí, iluminándose, olvidando en un pasado remoto la definida ausencia de color. Diles que me voy, me dijo, que ya todo es blanco.
He llorado con el Hallelujah de Jeff Buckley y una botella de vino no es suficiente. Fue como dispararle a alguien que ha desenfundado más rápido. No sabes cuánto lo siento. I'm calling you y nadie me escucha. Di que es adiós y es todo, porque nadie entenderá esta mierda.


sábado, 28 de abril de 2012

"Non parole. Un gesto. Non scriverò più" (C. Pavese)

Y donde uno termina empieza el principio de otro final tardío.
Otro final.

Tardío.

Scriptómano


Tú nunca lo has visto claro. Siempre imaginas las cosas como a través de un vidrio, como si todo ocurriese tras un vaso vacío. Las figuras son deformes y los ambientes se te antojan turbios y borrosos. Siempre igual. Te acodas en la barra intentando clavarte en ella, intentado hacerle daño por todo lo que te ha quitado. Pero es que tú nunca lo has visto claro. Te miras difuminado en ese espejo que hay detrás del camarero, un espejo sucio de grasa y manchas ocres como las de un rollo de película estropeado por el tiempo. La gente entra y sale, algunas personas te saludan y otras sencillamente ni te ven. No es que no quieran mirarte, sino que no pueden verte, porque en realidad hace mucho tiempo que tú ya no estás, que no formas parte de este mundo, porque nunca lo has visto claro.

jueves, 26 de abril de 2012

Tres, cuatro garras enormes y afiladas emergen tras los costados de mi cama. Dos hileras por lado. Acarician el filo del colchón y se inclinan sobre mí, que no me muevo. Se cierran entre ellas y en la presa se me clavan en el pecho. Siento entonces que cada grupo de afiladas cuchillas se retira en horizontal y se abre sobre mi tórax, siento que me desgarran pero es un sentimiento y no un recuerdo, un sentimiento en el que no confío. No sé si como tenazas se replegaron abriéndome el alma, o si aún permanecen aferradas a mi pecho como si a ellas y a mí nos faltara el aire, buscando una última bocanada forzada.

martes, 27 de marzo de 2012

Réquiem de primavera

Se confundieron la primavera y el otoño
para tumbar un pilar fuerte,
porque no se respeta el tiempo
y las hojas caen cuando no deben.
Cayó durmiendo
la última hoja

Sin latir y sin doler muerte.


(22 de marzo de 2012 )

viernes, 23 de marzo de 2012

Anoche soñé con una plaza enorme y vacía, parecida a la de San Marco en Venecia pero más grande. Yo entraba corriendo en busca de alguien, pero la plaza estaba vacía y sin apenas darme cuenta yo estaba en el centro. En el punto más céntrico de la plaza, alejado infinitamente de los extremos que se perdían como horizontes, rodeado de soledad. Solo, solo, solo. Intentaba salir de la plaza pero arrastraba conmigo ese maldito centro que me mantenía aislado. Andaba y la plaza venía conmigo, sin dejarme huir, sin dejarme alcanzar los soportales lejanos que circundaban la plaza océana. Desde la oscuridad de aquellos soportales sentí que me observaba una muchedumbre riéndose de mi solitaria distancia, de mi encierro al aire libre, a plena luz del día, en el centro de una plaza amplia e infinita.

jueves, 22 de marzo de 2012

Estás flotando boca arriba en un inmenso e infinito mar de leche. Sientes cómo el líquido tibio se adhiere a tu piel y te acaricia la espalda. Oyes los murmullos de las mareas y un vaivén suave te adormece, te mece en un sinsentido que pretendes comprender. El líquido ya no es tan líquido, y los dedos de tus manos extendidas se hunden en su viscosidad láctea. Se templa el mar de leche bajo tu peso, bajo tu cuerpo inmóvil y denso. Vas y vienes con la corriente, pero el mar aún está calmo. Sube la temperatura y con los ojos cerrados notas el vapor de la leche que sube y se pega a tu piel, que te humedece el rostro y te hace sudar la sal que el mar ya no tiene. El vapor sube cálido y después caliente, notas la agitación de esas corrientes que tiemblan y se queman. Percibes la inquietud del mar de leche. El aire caliente y blanquecino te rodea, ascendiendo al bordear tu volumen, creando nubes que algún día volverán a ser mar. De leche. Treman con fuerza las corrientes, temerosas, el vaivén es movimiento y la serenidad blanca ya no es nada. Las burbujas estallan a tu alrededor y crestas de espuma te nublan la mirada. Explotan las esferas de calor y la leche que salta te marca la piel. Quieres nadar pero todo te impide dejar de hacer el muerto, dejar de tender tu cuerpo al mar de leche y a su temperatura azarosa. El vapor y las burbujas se confunden en el olvido de la primera tibieza. Y ya es tarde.