Follar como un animal, encarnarte en una animal, es una
liberación. Un mono, un león embistiendo, un bisonte. De espaldas, las caderas
abiertas como un continente. El oso y sus zarpas. El oso y los salmones. La
carne rosa, la sangre, la fuerza de los músculos, la sal, los gemidos, los
graznidos. Una media sonrisa y algunas lágrimas. Dos animales luchando. Porque
en el fondo es eso. Siempre el sometimiento. No pronunciar palabras sino
berrear como un cerdo. Masticar el barro y romperte los dientes al morder el
diamante, al morder las pepitas de oro en el lecho del río. Sin palabras, qué
liberación. Follar como Dios, sin excusas, tan animal. Tan arriba, siempre
sometimiento. Brutal tan mudo tanta liberación.
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